Friday, August 26, 2005

Urbaneros II

No es la "rueda de la fortuna", ni tampoco la "montaña rusa". Más bien parece que se paga el boleto para el "ratón loco" versión acapulqueña. Y es que los viajes en los urbaneros o camiones urbanos, son eso: viajes ala feria con los subes y bajas que enferman al estómago más aletargado, rompen los nervios más templados y enervan al más frio.
Pero, venga, comencemos la aventura en la misma parada. ¿Cuál te gusta?, la del ex Cine Río. El camión es de esos que desde que salieron de la armadora, el piso no ha recibido ni una trapeada. Las sillas de plástico, apenas el trapazo para que el usuario no haga cara de fuchi al sentarse. Un usuario extiende un billete de 20 pesos, Aunque la marimba esta llena de monedas, el chafirete le dice: "Luego le doy el cambio". Generalmente, los dos primeros asientos detrás del chofer son de respaldo y mugrienta tela que fue café o gris. ¡Vacacional!, grita el chalán, mientras que el chafirete le da una moneda para el oficial de tránsito quien sin asomo de vergüenza la toma y se aleja.
- Joven, ¿me puedo sentar? - Dice una viejita de trenzas grises, naguas floridas y zapatos sucios de tierra, con tremenda canasta llena de verduras, luego de pagar los $3.50 del viaje (hombre, que los señores del volante utilizan el Maxitúnel... ¿para acortar el sufrimiento de los viajeros?).
El chofer con menos de 20 años a cuestas y cigarrillo ladeado en los labios, ceja levantada, la mira por el espejo y responde. - No, están apartados. Pásese para atras que hay espacio -, le dice y la señora con mucho trabajo se apresta a atender la ¿invitación?, no fuera que el sujeto con menos de 20 años a cuestas, se fuera  a enojar.
Metros adelante, dos chamacas de faldita y blusa entallada, maquilladas en demasía para su juventud y dispuestas al chacoteo, se suben con presteza. Chalan y chofer cruzan miradas y sonrisas: Las invitan a sentarse y comienza el "ligue": ¿cómo te llamas? ¿hasta dónde vas?, ¿estudias o trabajas?... Verbigracia la juventud puede entenderse con semejante estruendo.
Como para afianzar la "amistad", el cafrecito cambia de música y sube el volumen. Comienzan las notas de los Backstreet Boys "All you people can't you see, can't you see
How your love's affecting our reality, Every time we're down, You can make it right
And that makes you larger than life". O la de Britney Spears "My loneliness is killin me,
I must confess I still believe, When I'm not with you I lose my mind, Give me a sign, hit me baby one more time!". O alguna de las rolas de moda (Los de la franja amarilla -que van a La Laja- no se quedan atrás, solo que aquí la diferencia es que, como pasan por centros escolares, las bocinas distribuidas a lo largo de la "caja sonora hecha de lata" es Marilyn Manson o The Cure. A veces, de perdida, ponen a Mana "cachito", Mercurio o Alexs Syntexs y su "sexo, pudor o lagrimas".
Arrancón de por medio, es cuando realmente el usuario se pone a pensar si están en el "raton loco" de Chapultepec o en un camión. Frenada, bajan y suben pasaje en donde quieren. Nuevo arrancón. Nueva parada. El ruido es insoportable. Comienzan las carreritas con otro cafrecillo de  igual calaña. El otro camión va con 4 chalanes igual de jóvenes. Comienza el intercambio de palabrotas y sonoras carcajadas. Más arrancones, mientras el viejo trasto suena como a una maraca metalica.
¿El cambio del señor? Pobre hombre; se bajó y ni chalán ni chofer le recordaron; al arrancar ambos soltaron tremenda carcajada y un espantoso epilogo:
- Eso le pasa por pendejo -. ¿La viejita? Por fin logró un asiento. ¿El ligue? De ése ya no me enteré.

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