Friday, August 26, 2005

Bache nuestro de cada día


La vida tiene altas y bajas,  cuando estamos abajo, decimos que pasamos por un bache. A veces perdemos el trabajo, nos va mal en el amor, nos suben el iva o nos hacen brujería, son cosas que suceden, gajes del oficio dirían algunos, nos ponemos tristes, nos deprimimos y simple y llanamente pasamos por un bache, parte de lo que llamamos vida; sucede de vez en cuando. Si Acapulco fuera como la vida, cada diez minutos estaríamos deprimidos. Hay baches por todas partes: Hay baches en la costera, hay baches en Cuahutemoc, hay baches en constituyentes... vamos, que hay baches hasta debajo de los baches.  Si usted amable lector, tiene la desgracia de poseer un automóvil en esta ciudad, se dará cuenta que no hay día de  Dios donde no caiga en uno. Yo mismo he tenido la desgracia de ser víctima de ellos:  El otro día iba muy feliz a mi trabajo por la avenida constituyentes cuando ¡¡¡¡Boooooooom!!! La pobre transmisión chillo como rata moribunda. Había caído en un bache que parecía cráter. Dije, bueno Antonio, no te preocupes, a todos nos pasa, es solo un bache, el coche no se desbaratara por eso. Y seguí mi camino por Niños Héroes, súbitamente mi cráneo golpeo con el techo despertando las pocas neuronas que me quedan,
¿un golpe? ¿los amortiguadores? ¿Superman? No, otro bache (hey, ¿se da cuenta que Niños Héroes esta plagado de ellos?), a este punto pense: tranquilo Antonio, solo debes ir al periódico y de ahí la escuela té queda a dos cuadras. Iluso de mí, daba vuelta para estacionarme frente al periódico, cuando todo el coche se fue directo al infierno, de alguna manera no vi una zanja que sabe quien la había cavado con la intención de darle trabajo extra a las llanteras. Tendrían que sacarme con grúa, el hoyo tenia por lo menos dos metros. Es extraño, parece que los baches se reproducen como el acné: aparecen donde menos los esperas y se quedan ahí una eternidad. Siempre me he preguntado si existe alguna oficina, ministerio, delegación o cofradía que se haga cargo del mantenimiento de las calles, pero no creo, tal parece que existe un ministerio abre baches (¿mencione que abundan?), porque estos se reproducen a una increíble velocidad. Total, salí como pude del agujero y pense: Ya no puede pasar nada peor. Nueva equivocación, la calle Urdaneta parece campo de batalla afgano: lleno de cráteres. La descripción es adecuada, las víctimas civiles son las transmisiones, llantas, amortiguadores y finalmente, los bolsillos de los pobres y sufridos conductores de esta ciudad. Aunque debo decir que tienen efectos benéficos en el ser humano:
  1. Los baches mejoran la memoria.  Por necesidad, las neuronas hacen nuevas sinapsis cuando tratamos de recordar los chorrocientos mil baches y no caer en ellos.

  2. Los baches mejoran los reflejos. Los conductores de Acapulco son mundialmente reconocidos por tener la coordinación ojo-mano más rápida del planeta, solo vea a esos taxistas esquivarlos.

  3. Los baches desarrollan el sentido del sonar. Los acapulqueños parecen tener un sexto sentido que les dice aun cuando llueve donde hay baches, atención: esto se desarrolla con el tiempo y después de desbaratar tres suspensiones.
Al final, aprendes a convivir con los baches, si vives en Acapulco; tu coche jamas quedara bien y siempre sonara como matraca, total, hay tantos baches como para no repetir en un año, es el bache nuestro de cada día.

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